La meditación se hace presente en el día a día de muchas personas en el mundo que ven esta práctica cómo una vía de escape para eliminar el estrés y ganar algo de tranquilidad.
La meditación no exige ninguna capacidad en particular, de forma que cualquier persona la puede practicar y comprobar sus beneficios rápidamente.
Sin embargo, aunque no requiere capacidades especiales, sí que necesita un compromiso real para practicar la meditación de una forma regular y eficaz.
Cómo ya explicamos en nuestro artículo “¿Qué necesitamos para meditar correctamente?” es importante mantenerse inmóvil, utilizar los cojines de meditación correspondientes y concentrarnos en nuestro cuerpo y en nuestra respiración.
A parte de ayudar a combatir el estrés en nuestro día a día, hay otras razones para las que la práctica habitual de la meditación nos ayudará:
1.- Meditar para solucionar dificultades.
La meditación nos ayuda a aceptar los problemas y a encontrar soluciones alternativas de una forma más calmada.
Así podemos dar con la mejor solución y evitamos que estas dificultades nos ahoguen.
Gracias a la meditación, afrontamos las dificultades de una forma distinta, más calmada, sin agobios, sin juicios. Si la practicamos habitualmente nuestra manera de enfrentarnos a los problemas será totalmente distinta y mucho más serena.
2.- Meditar para ganar confianza.
En nuestro día a día pasamos mucho tiempo intentando controlarlo todo: las relaciones, el trabajo, las agendas, nuestro cuerpo… Cuando algo se escapa de nuestro control, fácilmente generamos frustración, ansiedad y estrés.
La meditación también nos ayuda a afrontar este tipo de problemas. Nos ayuda a estar relajados frente al cambio y la incertidumbre, nos genera confianza y valentía. Así sabremos canalizar nuestros pensamientos, aceptar los cambios y ver la belleza de la imperfección.
3.- Meditar para aceptarnos.
Siguiendo esta línea, la meditación nos ayuda, no sólo a aceptar los cambios y a las personas, sino también a conocernos mejor y a aceptarnos a nosotros mismos.
Siempre queremos estar perfectos y ser perfectos en todo lo que hacemos. Tendemos a ser muy exigentes con nosotros mismos y a menudo nos juzgamos sin piedad. Así, nuestros objetivos personales se convierten en presiones cuando nos dejamos llevar por aquello que la sociedad nos impone.
Meditando conseguiremos dejar a un lado estas presiones, aceptando que hacemos las cosas de la forma que mejor sabemos hacerlas.