Shiki Futon estará presente en la Feria BIOTERRA del 01 al 03 de junio de 2018.
Te esperamos en el Pabellón Naturall, 2-49.
FICOBA
Avenida de Iparralde 43.
20302 Irun
Tfn: (0034) 943 66 77 88
ficoba@ficoba.org / www.ficoba.org
Shiki Futon estará presente en la Feria BIOTERRA del 01 al 03 de junio de 2018.
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Ante las filas de las cajas en el supermercado nuestra inteligencia se dispara. Establecemos comparativas mentales de cálculo. Miradas de izquierda a derecha, de arriba a abajo. Como un Terminator T-800, establecemos parámetros por productos a cobrar, personas, edad, género, complexión e incluso estrato social. En escasos segundos el rendimiento de las neuronas se dispara con tal de evitar un par de minutos de espera.
Si nuestro cerebro fuera una CPU, el ventilador de refresco echaría a volar como un Boeing. Somos filósofos, ingenieros y estadistas, e iniciamos un trabajado soliloquio interior:
“La fila de la izquierda es sin duda la que menos personas lleva, guardaremos cola aquí… ¡Oh! Horror. Una de ellas carga dos cestas repletas de productos congelados, al peso. La cajera tendrá que pasar el pescado de uno en uno… y además los lectores de códigos de barras y la congelación se llevan muy mal. Pasaré a la siguiente fila.
Mmmh… Hay un par más de sujetos, pero lo compensa la escasez de productos sobre la cinta; la cosa irá rápida. Aquel tipo sólo lleva una cerveza, pero… Ay, está contando monedas. Parece mascullar que no sabe si tendrá suficiente. Un momento… ¡Este hombre se mueve como una tortuga! ¡Debe rondar los doscientos años! Estaré esperando hasta mañana. ¡Veamos que me depara la siguiente caja!
Una mujer joven y sana con un par de carros llenos… en apariencia. La mitad son paquetes de leche y botellas de agua. Los patrones se repiten, ¡aleluya! En el problema que nos atañe el volumen del carro es indirectamente proporcional al número de veces que se usa el lector de código de barras. El volumen total engaña, será un suspiro. Y la cajera sonríe. Parece ágil y lozana… ¡Aquí me quedo!”
Entonces ocupamos la fila y la ley de Murphy se manifiesta en todo su esplendor: la caja registradora se atasca, la tarjeta de crédito de la muchacha no funciona y una misteriosa señora aparecida del más allá ‒la sección de hogar y jardín‒ exige una devolución. Hay que llamar a la encargada, y justo en ese momento se encuentra en el extremo opuesto del supermercado.
Todas las filas se vacían y allí nos quedamos, esperando como el iluso Javier Krahe de “Marieta”.
Y nos prometemos aprender de una vez a disfrutar del mayor regalo del tiempo: la bendita pausa, como ya nació programada Sissi, la sabia «becaria» de Shiki Futon.
Un anillo de compromiso, un guiño de complicidad, una nota garabateada sobre el aire, mirando a un camarero…. El mundo entero está hecho de símbolos, de pequeños gestos con significados a descubrir.
Muchos de los logos también son símbolos, están fabricados con una gran historia detrás.
Si os fijáis, por ejemplo, en el logo de Yamaha, veréis tres diapasones cruzados. ¿Y qué relación guardan con el mundo del motor? Ninguna. La empresa nipona original, creada en el siglo XIX se dedicaba originalmente a la fabricación de pianos, y no fue hasta 1950, en plena guerra, cuando decidieron aprovechar su experiencia con el metal para fabricar hélices, de ahí a las motocicletas y… hasta hoy.
Otra muy buena historia, o más bien personaje, se esconde en el logo de Chupa-Chups: fue diseñada por Dalí mientras almorzaba con el creador de la marca, un buen amigo del pintor. Dalí insistió en que su diseño apareciese en la parte superior del caramelo y así ha permanecido hasta nuestros días: un símbolo del surrealismo en un caramelo con palo.
Y llegamos a nuestra propia historia, la que más nos gusta. El cuento del símbolo que acompaña a Shiki Futon viene de muy lejos, pero es al mismo tiempo muy cercano.
El general Nobunaga debía enfrentarse a una importante batalla. Para infundir valor a sus hombres les comentó que se encomendaría a los dioses. Tras orar, lanzó una moneda al aire.
‒Venceremos… pero sólo si sale cara.
La moneda giró en el aire, cayó al suelo y los soldados profirieron vítores. ¡Había salido cara! La suerte estaba con ellos. Con el destino de su lado, vencieron la batalla. Lo que ellos no sospechaban era que Nobunaga nunca dejaba la suerte al azar: había utilizado una moneda en la que no había cruz.
Y este símbolo, el de la moneda, es parte de nuestra historia, la de Shiki Futon.
Creemos que la buena suerte también se fabrica; pensamos que el optimismo, más que una opción, es una obligación vital.