Estudios recientes realizados sobre la siesta han mostrado una mejoría en la función cognitiva, el pensamiento creativo y el rendimiento de la memoria.
Las siestas diurnas tienen un amplio abanico de beneficios: aumentar la vigilancia, aumentar la creatividad, reducir el estrés, mejorar la percepción, aumentar la resistencia y las habilidades de precisión, mejorar la vida sexual, ayudar a perder peso, reducir el riesgo de ataques al corazón, despejar el estado de ánimo y mejorar la memoria.
Se ha demostrado que son beneficiosas en el proceso de aprendizaje ayudando a retener mejor la información. Al parecer, las siestas ayudan a nuestro cerebro a consolidar los recuerdos:
Las investigaciones indican que cuando un acontecimiento se registra por primera vez en el cerebro, en el hipocampo, sigue siendo “frágil” y se olvida fácilmente, sobre todo si se le pide al cerebro que memorice más cosas. Hacer la siesta, empuja a los recuerdos al neocortex, una zona de “almacenamiento más permanente”, lo que les impide ser “sobre escritos”.
Tomar una siesta también ayuda a borrar la información almacenada temporalmente en el cerebro, y lo prepara para absorber la nueva información que se presente.
Algunas investigaciones recientes han encontrado que el lado derecho del cerebro es mucho más activo durante una siesta que el lado izquierdo, que se mantiene bastante tranquilo mientras estamos dormidos. A pesar del hecho de que el 95% de la población es diestra, siendo el lado izquierdo de sus cerebros el dominante, el lado derecho es claramente el hemisferio más activo durante el sueño.
¿Cómo obtener el máximo provecho de tu siesta?
El truco para sacar lo mejor de tu siesta parece estar en averiguar qué tipo de siesta te conviene. Estos son algunos consejos para ayudarte a obtener el máximo rendimiento de tu siesta:
1. Saber cuánto tiempo tardas en dormirte
Una vez que tengas una idea aproximada, es un factor importante a la hora de limitar tu siesta temporalmente.
2. No dormir demasiado
Dormir demasiado te dará la sensación de despertar aturdido y aún más cansado de lo que estabas antes.
Se recomienda limitar la siesta a 15-20 minutos, ya que un periodo más largo puede provocar la inercia del sueño.
3. Elegir el momento adecuado del día
Dormir la siesta cuando los niveles de energía se reducen de forma natural puede ayudar a sacar el mayor provecho. Un pico de la somnolencia suele aparecer en mitad de la noche, y el otro, 12 horas más tarde, justo en mitad de la tarde.
4. Practicar la siesta
La mejor manera para mejorar la siesta es practicar ese paréntesis reparador que tanto beneficia a nuestro cerebro.